Apenas hablamos de ellas y sus nombres se nos escapan. La filosofía ha tenido por costumbre relegarlas; incluso la biología las considera como una simple decoración del árbol de la vida. Y sin embargo, las plantas otorgan vida a la Tierra: fabrican la atmósfera que nos envuelve, están en el origen del soplo que nos anima.Los vegetales encarnan el lazo más estrecho y elemental que la vida puede establecer con el mundo. Bajo el cielo y las nubes, mezclándose con el agua y el viento, su existencia es una interminable contemplación cósmica. Este libro se sitúa desde su punto de vista -el de las hojas, las raíces y las flores- para comprender el mundo ya no como un espacio universal que contiene todas las cosas, sino más bien como la atmósfera general, el clima, un lugar de verdadera mixtura metafísica.